La pregunta por la belleza de los lugares habitados no deriva necesariamente del talante del diseño, la funcionalidad o el acierto arquitectónico. Si fuera sólo así, resultaría quizá improbable atribuir a Puan esa difícil cualidad. Si en cambio se nos ocurre pensarla alrededor de la conversación entre sus actores, el mundo sensible, la frecuentación y experiencia en común, las huellas del tiempo, de las voces y del trabajo, entonces podríamos permitirnos la generosidad de esa atribución para concebir nuestro modo de habitar Puan.

Digo Puan para nombrar a la Facultad de Filosofía y Letras toda, como cuando se reconoce por el nombre de la calle un lugar especialmente querido. La crisis inesperada de este año nos exigió pensarnos y pensar la Facultad en todas sus prácticas, administrativas, académicas, de investigación, de extensión, de posgrado. Se desplegó un trabajo colectivo inmenso, que seguramente quedará en la memoria institucional como prueba de la energía con que esta Facultad honró la educación pública. Fue precisamente nuestro modo de habitar la Facultad lo que estuvo en riesgo; pero si el sentido del vivir juntos se relaciona con el trabajo, la construcción común y el cuidado, podemos decir que durante el 2020 habitamos Puan. Lo hicimos con los debates, los acuerdos y diferencias que nos atraviesan, con el compromiso y empeño de colegas docentes, nodocentes, estudiantes e investigadores. No queda sino celebrar y agradecer la enorme voluntad colectiva que sostuvo el funcionamiento de la Facultad.

En mi nombre entonces, y en nombre de las autoridades de la Facultad de Filosofía y Letras: Felices fiestas y los mejores deseos para el 2021.

Américo Cristófalo